Dicen que la política está desprestigiada. Pero también hay quienes hacen un esfuerzo diario para que siga estándolo. Los flamantes concejales electos de La Libertad Avanza en Perico, Mónica Alaniz y Mario Abraham, convocaron a una “mateada informal para hablar de política” justo el mismo fin de semana en que su referente nacional, José Luis Espert, renunció acorralado por denuncias que lo vinculan con fondos del narcotráfico y denuncias cobro de coimas dentro del propio gobierno de Javier Milei.
“Vamos a hacer una mateada en la que hemos convocado abiertamente a quien quiera acercarse a pasar una tarde amena, a conversar de temas que nos importan relacionados a la política”, explicó Alanis, con tono de vecina preocupada por el destino institucional de la república.
Mientras tanto, en Buenos Aires, el escándalo sacudía los cimientos del espacio libertario. Pero en Perico, la orden parecía clara: sonreír, cebar unos mates y hablar de “transparencia”.
“Venimos trabajando desde hace mucho, con proyectos acordes para poder poner en marcha todo lo que está faltando y lo que observamos que hay áreas grises que están sin resolver”, sostuvo Abraham, con una seriedad que contrastaba con los titulares nacionales sobre la “zona gris” que rodeaba a Espert y otros funcionarios libertarios.
La pureza moral, con azúcar o sin azúcar
Los futuros ediles aseguran que llegan al Concejo con la misión de “devolverle su rol de controlador” y terminar con “los arreglos por falta de transparencia”.
“Es encarar con seriedad y responsabilidad las propuestas para acomodar ciertas cosas que hoy generaron todo el descontento en la gente”, agregó Abraham, convencido de que el cambio vendrá, esta vez, desde una oficina en la calle Coronel Arenas.
Lo paradójico es que el discurso de “renovación moral” se repite palabra por palabra en cada rincón del país donde La Libertad Avanza intenta sobrevivir a los casos de corrupción que la envuelven. En Perico, ese relato se sirve con mate y bizcochitos.
Del control republicano al silencio selectivo
Los libertarios locales también se mostraron indignados por la falta de sesiones en el Concejo Deliberante.
“La irresponsabilidad que significa que hoy en Perico no haya ninguna labor por parte del Concejo Deliberante… Hoy el Concejo está parado”, reclamó Alaniz, con la solemnidad de quien parece haber olvidado que su propio espacio político celebra cuando el Congreso nacional se paraliza por decreto presidencial.
La frase, sin embargo, vino acompañada de una dosis de autocomplacencia:
“Nosotros estamos muy entusiasmados de poder estar a partir del 10 de diciembre en dos bancas del consejo, que nos van a permitir poder empezar a hacer todo lo que dijimos que venimos a hacer.”
De tanto repetirlo, suena casi creíble.
La campaña eterna
Mientras Espert renunciaba en Buenos Aires y el gobierno nacional enfrentaba una tormenta judicial por coimas y vínculos con el narcotráfico, en Perico el tema no mereció ni una línea de autocrítica. En cambio, los concejales libertarios se preocuparon por aclarar que “las campañas no deben justificar el mal accionar de los funcionarios”.
“El funcionario tiene que seguir trabajando, aunque esté en campaña. Su trabajo es en el municipio y con la obligación de su cargo”, sentenció Alaniz, sin advertir la ironía de defender la ética pública justo cuando su fuerza política atraviesa el mayor escándalo desde su llegada al poder.
Entre mates y contradicciones
La cita final de la concejal resume el espíritu del nuevo tiempo libertario: “Queremos conversar de estos temas que nos interesan, de política básicamente, y que vemos que les interesa mucho a los vecinos.”
Porque hablar de política, al parecer, no implica responder por la corrupción propia, sino señalar la ajena con una sonrisa y un mate en la mano.
La Libertad Avanza en Perico parece decidida a inaugurar una nueva forma de hacer política: la de los discursos morales sin memoria, los llamados a la transparencia mientras los suyos renuncian entre denuncias, y las mateadas republicanas que sirven para tapar el ruido de las coimas.
En definitiva, un partido que promete “controlar la corrupción”, pero que todavía no aprendió a controlar su propio doble discurso.
