Editorial

Cuando «Roly» Ficoseco asumió como intendente de Perico, el panorama era complicado: deudas por todos lados, carencia en la cobertura de servicios, y una gestión anterior (Demarco–Cardozo) que dejó más problemas que soluciones. En ese contexto, ordenar las cuentas, normalizar servicios y estar cerca de los vecinos no es poca cosa.

Hay que reconocerlo al principio: se arregló lo más básico, se empezó a pagar sueldos al día, se recuperaron algunos servicios y se puso la cara en los barrios. El programa “Estamos en tu Barrio” fue una buena idea: el municipio saliendo a la calle, llevando soluciones, no quedándose en las oficinas.

Perico necesita mucho más. Hay barrios como Virgen del Valle que siguen esperando soluciones en cloacas, obras y urbanización. El tema de la inseguridad no se discute a fondo, y no hay un plan urbanistico para el desarrollo de la ciudad.
No hay una hoja de ruta clara, ni proyectos a largo plazo. Hay voluntad, sí, pero falta decisión política y equipos técnicos que se la jueguen.

No se puede hablar de esta gestión sin mencionar el rol Concejo Deliberante, que es un capítulo aparte. Concejales de todos los partidos (UCR, PJ, VIA, “libertarios”, etc.) se la pasan tirándose palos, cerrados en sus internas, sin una propuesta seria.

La falta de acompañamiento político se tradujo en parálisis, ediles de VIA disfrazados de Libertarios como Miguel «Pocho» Farfan, Sergio «Checho» Rios, o Valdiviezo que no van a fondo en la especialización son parte de las tuercas que se deben ajustar.
A la hora del análisis no se puede soslayar a Enrique Rojas, Monica Sanchez, Ismael Tacacho y los arribistas: Walter Cardozo y Anahi Juarez.

Los 8 concejales de la UCR, PJ, VIA, LIBERTARIOS hoy son repudiados. Están tan desconectados que ni pisan los barrios, y lo peor es que la gente ya los ve como parte del problema, no de la solución.
Ficoseco no logró armar un bloque propio fuerte y eso también es parte de gobernar. Si no hay muñeca política para armar acuerdos, la gestión se traba y el vecino es el que pierde.

El clima social es palpable: la gente está cansada de que todos digan que la culpa es del otro. Quieren soluciones y obras.
Con este panorama el municipio está obligado a ir más allá del día a día. Aún hay tiempo para cambiar pero hace falta más firmeza, más planificación y menos rosca.