Si la política periqueña tuviera un premio al caradurismo, Walter Cardozo ya tendría su busto en bronce macizo. El edil peronista, ese que no pierde oportunidad para hablar de “transparencia”, “compromiso” y “gestión limpia”, acaba de ser señalado por el Tribunal de Cuentas de la Provincia por vender patrimonio municipal como si fuera una feria cuando era intendente interino allá por el 2023.
Arranquemos por lo jugoso: Cardozo vendió un lote municipal, perteneciente a Bomberos, en 23.500.000 pesos. ¿El problema? Lotes en esa zona (La Posta) están tasados en 100 millones. ¿Y los casi 80 millones de diferencia? Bien, gracias. No hay rastro. Todo lo hizo de manera irregular sin tasación, sin nada.
Un acto de “magia financiera”: desaparecieron al menos 80 millones de pesos y nadie sabe cómo, por qué ni dónde están. Eso sí, a la hora de levantar el dedito y hablar de ética, ahí está Cardozo, firme como rulo de estatua.
Como si lo anterior fuera poco, también habría metido la mano en la lata en la venta de chatarra municipal por $2.393.300, sin inventario, sin cotización, sin peso, sin control. O sea, un “lo vendimos nomás” a la criolla. Hasta acá parece una estafa berreta de barrio. Pero hay más.
Uno de los camiones “vendidos” luego fue ofrecido para alquiler… ¡al mismo Municipio! O sea, lo vendieron sin papeles, y luego lo ofrecieron en alquiler al dueño original. ¿Y quién protagonizó esta maravilla? Walter Cardozo, por supuesto, en sociedad con Manolo Farfán, ex Director de Saneamiento y actual empleado municipal, hoy mencionado en otra causa por presuntas coimas en el Concejo Deliberante. Una dupla explosiva, pero no precisamente por su eficiencia.
Hay documentos oficiales del Tribunal de Cuentas que lo señalan directamente. Y las preguntas que vuelan por estas horas son: ¿Dónde están los 80 millones? ¿Quién autorizó estas ventas truchas? ¿Cuántos camiones más van a «vender» para después “alquilarlos”?
