Editorial
Walter Cardozo quedó otra vez en evidencia. Miente, borra con el codo lo que firma con la mano y ahora recibió una intimación por emitir declaraciones falsas. La Secretaría de Planificación de Perico lo notificó formalmente para que se rectifique, tras asegurar que “nunca se le enviaron los papeles” de la licitación del Centro Comercial San José.
Se sabe que es una vil mentira. Los documentos sí llegaron a su despacho. El certificado de recepción lo firmó su compañera de banca, Anahí Juárez. La comisión evaluadora fue legal; avalada por ordenanzas. Y el dictamen técnico no es una opinión personal de la Dra. Fernanda Azcurra, sino una resolución de toda la comisión.
Pero Cardozo quiere hacer pasar gato por liebre, como si no hubiera sido uno de los ocho concejales que votaron a favor. Como si su familia no estuviera metida, reclamando locales en ese mismo proyecto.
Juárez—ahora disfrazada de peronista—y Monica Sánchez, protegida por una justicia que ignoró denuncias de malversación, completan el cuadro decadente de ediles con muy poca estatura moral. Buscaron tirar la piedra y esconder la mano.
¿Y los otros concejales? No están exceptos :Rojas, Ríos, Tacacho, Valdiviezo y Farfán callan mientras crecen los rumores de coimas, acomodos y tratos bajo la mesa. Ninguno renunció. Ninguno explicó. Todos buscan salvarse.
El intendente Rolando Ficoseco, en un gesto tardío, declaró desierta la licitación y pidió la renuncia de todos. Lo ignoraron. Lo desautorizaron. Prefieren quedarse atornillados al cargo, aunque todo se derrumbe. El concejo de Perico está podrido.
Ya no hay grieta. Hay intereses, pactos cruzados y domina el viejo y conocido: sálvese quien pueda. El problema no es solo la corrupción a la vista solamente. El problema es que ya no les importa ni disimular.
