Por Marcos Huanca
En las últimas semanas, la gestión de Rolando Ficoseco ha comenzado a abordar la grave situación de inseguridad que asola Perico. A través de operativos en algunas de las zonas más transitadas y cambios en su gabinete, ha intentado ponerle un freno a un problema que se ha convertido en un verdadero bochorno. Sin embargo, hasta el momento, lo único que ha resultado de estas iniciativas son acciones aisladas y episódicas que no logran resolver la crisis. Son simples parches para la foto en las páginas que controla el «Clan Rodríguez».
La carencia de cámaras de seguridad, la falta de prevención y una iluminación deficiente han quedado al descubierto en casos alarmantes de homicidios, desapariciones, robos de motos y la creciente ola de motochorros. Este escenario pone de manifiesto la vulnerabilidad de las familias periqueñas, quienes están expuestas a todo tipo de delitos, reflejo del fracaso rotundo de Ficoseco. Mientras tanto, el intendente parece estar más enfocado en despilfarrar el dinero de los vecinos en festivales electorales que en garantizar su seguridad.
Si no se resuelven urgentemente los problemas vinculados a la inseguridad, es previsible que la situación se profundice. Las bombas de tiempo en diferentes zonas de Perico están listas para estallar, y ya hemos visto indicios de ello.
Lo que ha implementado la gestión es completamente insuficiente, ya que pone de relieve la ausencia de un plan maestro y de un mapeo adecuado de las zonas críticas. Los funcionarios están lejos de estar a la altura de las circunstancias.
La reacción del jefe comunal, al parecer más preocupado por su imagen que por los hechos, perjudica gravemente la vida cotidiana de los periqueños. La falta de transparencia y la incapacidad para abordar la inseguridad con seriedad son elementos que no pueden seguir siendo ignorados.
