La reciente Convención Provincial de la Unión Cívica Radical (UCR) pasó sin pena ni gloria, sin mover el amperímetro político. Tendría que haber sido una muestra de militancia y de visión a futuro pero terminó siendo un triste recordatorio de la decadencia de un partido que, con cada día que pasa, se aleja más de la realidad de los jujeños y de su propia historia.

Lo más destacado de esta Convención fue la reaparición de Gerardo Morales, el ex gobernador que, lejos de dar claridad, se limitó a un vacuo «somos un buen gobierno». Todo autobombo. Cero autocritica. Cero discusión programática.

Lo cierto es que no nada nuevo esto: el radicalismo local atraviesa una crisis de identidad sin precedentes. Desde que Carlos Sadir asumió la gobernación, la desorientación ha sido evidente. No ha sido capaz de construir un poder propio, ni de marcar un rumbo claro para la provincia. Ha quedado reducido a ser un “segundo violín” en las decisiones políticas, atrapado en una dinámica donde la crisis social y económica lo ha dejado a la deriva, siempre corriendo detrás de los problemas Lo más alarmante, sin embargo, es la absoluta sumisión de Sadir a la Casa Rosada. El gobernador ha demostrado una total incapacidad para gestionar Jujuy de manera autónoma. Ejemplo claro de esto fue su reciente viaje a la Feria Minera de Toronto, en pleno feriado de Carnaval, donde formó parte de la comitiva encabezada por Karina Milei, hermana del presidente.

El vínculo con la Libertad Avanza y la extrema derecha no solo ha puesto en evidencia la falta de liderazgo, sino también la total carencia de política. El apoyo a un gobierno nacional que deja de lado las necesidades de la provincia solo profundiza la crisis. Los problemas cotidianos, como el cierre de comedores escolares y la falta de alimentos, son solo una muestra del fracaso de un gobierno que se muestra impotente ante las necesidades más urgentes de su gente.

La inseguridad se ha desbordado, y la provincia vive un contexto de creciente violencia. A pesar de los esfuerzos oficiales por mostrar lo contrario, los robos, las entraderas y la violencia se disparan, mientras la pobreza sigue extendiéndose sin que se implementen medidas efectivas para revertir la situación. La tan anunciada «recuperación de la paz» resulta un chiste de mal gusto, una mentira insostenible ante los ojos de la ciudadanía que vive a diario con el miedo y la angustia.

Si el gobierno de Morales, Sadir y Cía. no toma nota de esta realidad, el colapso será inminente. La UCR, según algunos analistas, está perdiendo terreno. Es hora de que los dirigentes radicales asuman la cruda realidad: está al borde del colapso, y si no reaccionan con urgencia, será el fin de una historia que alguna vez estuvo marcada por la democracia,

La falta de autocrítica, la ausencia de propuestas reales y la dependencia de una alianza con la extrema derecha están llevando a la irrelevancia. Si el partido no cambia su rumbo y no comienza a mirar nuevamente hacia la gente, el desastre será total.