El Corredor Bioceánico comienza a dejar de ser un proyecto en los papeles para transformarse en una realidad que une a los pueblos y potencia las economías locales. Así lo demostraron las palabras de las autoridades de Antofagasta (Chile) y Perico (Argentina) durante el reciente encuentro en la zona franca periqueña, donde coincidieron en que la integración regional no solo se mide en kilómetros de ruta, sino en la voluntad de construir un futuro compartido.
“Perico va a ser socio cultural, político y comercial de Antofagasta, sin duda”, expresó el alcalde Sacha Razmilic, sintetizando el espíritu de una alianza que trasciende los límites fronterizos. Para el jefe comunal chileno, el Corredor “trae la posibilidad de conocer a nuestros vecinos del otro lado de la cordillera, por donde pasarán las mercaderías desde Brasil”. No se trata solo de tránsito de productos, sino de redes de colaboración y trabajo conjunto: “Estamos haciendo redes para generar nuevos puestos de trabajo y más bienestar para Antofagasta”, remarcó.
Desde el lado argentino, el intendente Rolando Pascual Ficoseco destacó el valor de este acercamiento para una ciudad que crece desde su producción agrícola y su espíritu comercial. “Es una alegría que hoy nos visiten, que conozcan Perico, nuestros valles templados, nuestra producción. Somos una ciudad agrícola, pero también comercial”, señaló. Con visión de futuro, Ficoseco subrayó que la ciudad ya importa desde el puerto de Iquique, “pero ahora queremos hacerlo también con Antofagasta”, abriendo así una nueva vía para el desarrollo económico local.
El gobernador de Antofagasta, Ricardo Díaz, aportó una mirada estratégica sobre la complementariedad entre ambas regiones. “El precio que pagamos nosotros por alimentos es muy alto, y acá vemos una oportunidad”, aseguró, al tiempo que planteó la posibilidad de industrializar y agregar valor a los productos jujeños. “Si logramos eso, podríamos soñar con exportar hacia el continente asiático usando nuestros puertos”, afirmó, marcando un horizonte de expansión que coloca a las regiones del norte en el mapa global.
La integración entre Perico y Antofagasta no solo promete abrir mercados, sino también acercar culturas, consolidar empleos y fortalecer identidades compartidas. En tiempos donde la cooperación parece una palabra lejana, estos acuerdos recuerdan que el progreso nace del encuentro, del diálogo y de la decisión de crecer juntos.
El desafío, a partir de ahora, será sostener este impulso. Que las rutas del Corredor Bioceánico no sean solo caminos de transporte, sino puentes de desarrollo humano, económico y cultural entre dos pueblos que comparten la misma cordillera y la misma esperanza.

